El sistema montañoso de los Pirineos se considera un espacio de naturaleza virgen por su inaccesibilidad y lejanía de los grandes asentamientos. Sin embargo, una nueva investigación ha demostrado que los microplásticos pueden viajar por el aire con la ayuda de los vientos, penetrando así incluso en esta región.

En los últimos años, la contaminación plástica se ha convertido en uno de los principales problemas medioambientales a los que se enfrenta la humanidad. Los microplásticos han llamado la atención por su facilidad con la que viajan a diferentes ecosistemas: a menudo terminan en los océanos, donde se tarda siglos en descomponerse, y comienzan a ingresar en la cadena alimentaria, terminando en el interior de los estómagos de los animales. Un nuevo estudio en el sur de Francia en los Pirineos encuentra que los microplásticos también pueden viajar a través de la atmósfera.
Según un nuevo trabajo de investigadores de la Universidad de Strathclyde en Glasgow, las partículas de polvo, una variedad de microbios e incluso microplásticos son transportados a distancias bastante largas por vientos regulares, razón por la cual pequeños fragmentos de plástico caen incluso en algunas regiones remotas del mundo. Por ejemplo, en el suelo de la cordillera de los Pirineos franceses, los investigadores encontraron muchas partículas de microplásticos, recolectando una media de 249 fragmentos, 73 películas y 44 fibras por metro cuadrado al día. Los resultados del trabajo de especialistas escoceses se publican en la revista Nature Geoscience.
Utilizando modelos atmosféricos, así como trayectorias de masas de aire, los autores del trabajo pudieron rastrear la contaminación hasta varios pueblos pequeños cercanos. Si bien estos datos pueden no probar con precisión el transporte de largo alcance, la información obtenida ciertamente sugiere que los microplásticos pueden viajar hasta 95 kilómetros en la atmósfera y posiblemente incluso más. Encontradas en una de las áreas más vírgenes de Europa, estas muestras muestran niveles de contaminación atmosférica similares a áreas metropolitanas como París, y a veces incluso más.
Según Steve Allen, uno de los autores del trabajo, el equipo de científicos esperaba indicadores similares en el área de una gran ciudad, pero la cantidad de microplásticos detectados lejos de las personas aún los asombraba.
Los resultados proporcionan otro recordatorio desalentador de que la escala de la contaminación humana es gigantesca, señalan los científicos. Sin embargo, si bien los desechos plásticos se consideran un problema ambiental clave para la generación actual, ya que se encuentran en el suelo, los ríos, los océanos y los lagos, sorprendentemente pocas investigaciones se han centrado en si se pueden encontrar en el aire. Por tanto, este trabajo puede ser un importante punto de partida.
En su artículo, los científicos sugieren que los microplásticos pueden alcanzar y afectar áreas remotas y escasamente pobladas del planeta a través del transporte atmosférico. Si tienen razón, es probable que los microplásticos estén literalmente en todas partes, incluido el aire que respiramos.
“Estas partículas de plástico son mucho más grandes que las partículas de polvo que encontramos. Sin embargo, su densidad es mucho menor, por lo que es mucho más fácil moverlos a grandes distancias”, concluye la geóloga marina Michèlle van der Does.
El sistema montañoso de los Pirineos a menudo se considera un área prístina de la naturaleza debido a su inaccesibilidad y lejanía de los grandes asentamientos. Investigaciones anteriores han demostrado que los Pirineos eran guardianes de la contaminación antropogénica ya en el 685 d. C., estando en gran parte protegidos de las actividades mineras e industriales.